Sí. Y todavía me estremezco y me estremezco por eso.
Mis padres, cuando se casaron, no eran ricos, y tenían orígenes muy diferentes en términos de clase. Sin embargo, después del matrimonio, mi madre era / es una artista y mi padre era un agente de aeropuerto. No éramos una familia de altos ingresos, pero siempre había amor, libros, tarjetas de memoria griegas y clases de álgebra a la mano (Papá era autodidacta en matemáticas), si bien no siempre estaba completamente lleno o totalmente calzaba.
Trabajaron duro para comprar una pequeña casa en un suburbio agradable cerca de Manchester para que pudiéramos asistir a una excelente escuela secundaria estatal. El pueblo en el que crecí era un poco indiferente: también éramos pobres y musulmanes (mamá y papá eran conversos, por lo que todos teníamos ‘nombres graciosos’ según sus compañeros y maestros – Dios sabe cuán poco acogedor fue para los pocos asiáticos y familias negras allí).
Con 15 años de edad, durante una pelea particularmente acalorada con mi madre (los años de adolescencia y la menopausia son una mezcla pobre), recuerdo haberla reprendido por criarme en este ‘infierno unidimensional suburbano’. Ciertamente no era un lugar muy acogedor para ser un poco raro o diferente, y realmente no encontré amigos o mi nivel hasta que fui a la sexta escuela en una ciudad vecina.
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Todavía siento el ardor de la vergüenza ahora por no darme cuenta de cuánto se habían sacrificado ella y mi papá al mudarnos a una casa relativamente costosa en términos de lo que podían pagar, para que asistiéramos a una buena escuela. Mi papá viajó 9 millas por trayecto al aeropuerto en bicicleta, generalmente en los turnos de noche, para ganar lo suficiente para criar a los cuatro hijos y permitir que mamá no volviera a trabajar hasta que tuviera ocho años. Hizo un trabajo de recepción muy agotador en una unidad de día psiquiátrica desde los ocho hasta los catorce años para mantenernos en esa casa y escuela.
En términos de un final feliz, los cuatro niños graduados con honores de las Universidades Russell Group y los cuatro tenemos títulos de posgrado y vidas agradables de clase media. Creo que todos estamos muy conscientes y agradecidos por lo que dejaron para darnos esa oportunidad.
Sin embargo, me gustaría poder abofetear a mi hija de 15 años, aunque sí.
Por el lado positivo, mi papá todavía piensa que esto es divertidísimo y me molesta por eso.