Hay un dicho.
Un hombre subió a una puerta.
Sus dos manos estaban llenas, pesadas con dos bolsas de artículos que no podía soltar. Él los está sosteniendo con fuerza.
Durante mucho tiempo, se quedó allí pensando cómo podría abrir la puerta.
Finalmente, dejó caer ambas bolsas en el suelo y usa ambas manos para abrir la puerta.
Se dio cuenta de que nunca necesitaba las bolsas de artículos.
Los temores pueden ser paralizantes, pero la vida misma está llena de puertas que necesitan estar abiertas.
Nunca sabes lo que te espera si no abres esa puerta.