Creo que te refieres a la envidia (los celos son querer que el amor que alguien está dando a otra persona se dé a uno mismo), pero la respuesta es probablemente no: todos los padres son potencialmente envidiosos de sus hijos; pero generalmente al identificarse con ellos evitan sentirlo.
Sin embargo, si esta identificación es difícil, debido a las experiencias adversas en la propia infancia de los padres, pueden verse amenazados con sentir esta envidia no deseada del niño, la envidia de su juventud, de su potencial, de su futuro imaginado.
La envidia es la más dolorosa y tóxica de las emociones. A diferencia de los celos, el amor no está realmente representado en la envidia. La envidia es querer lo que los demás tienen, puede ser una relación que envidiamos, pero no se trata del amor, solo es querer lo que tienen: bienes materiales, estatus, cualquier cosa. Si no podemos obtener lo que tienen, buscamos destruirlo, para no sentir este sentimiento tóxico.
En el caso de sus hijos, aquellos padres que, lamentablemente, sienten envidia por ellos, pueden terminar encontrando formas de sabotear el futuro que imaginan que tienen sus hijos y cuáles no. No es tanto que quieran que ellos ‘sufran’; es que no quieren “sufrir” por la envidia que sienten.