Sí, pude despedirme de mi papá antes de que finalmente falleciera.
Cuando a mi padre, Isaiah, se le diagnosticó Glioblastoma Etapa 4, mi familia y nuestros médicos sabían que no pasaría mucho tiempo. Teníamos la esperanza con los tratamientos que los médicos le estaban dando, pero sabíamos en el fondo de nuestra mente que moriría.
Durante el tiempo que estuvo enfermo, no pude tener esas conversaciones profundas con él. Como tenía cáncer cerebral, no podía pensar con claridad ni comunicarme lo que quería.
La mayoría de la gente piensa que cuando sepa que un familiar o un familiar va a morir pronto, tendrá conversaciones increíbles y profundas; Esto no es lo que pasó. Muchas veces, cuando las personas van a morir pronto, y ellos mismos lo saben, se vuelven muy absortos en sí mismos. A veces existe la posibilidad de que no quieran hablar con usted y solo quieran estar solos y pensar en la vida.
Déjalos ser, deja que hagan lo que quieran, es su vida después de todo. No lo tomes como algo personal, solo debes saber que esto es lo que desean hacer y cumplir con sus propias peticiones en los últimos meses.
La última conversación real que tuvimos fue sentarnos en el sofá de su habitación. Habíamos llamado al hospicio antes porque la oxicodona en la que se encontraba ya no aliviaría el dolor de su dolor de cabeza.
Una hora antes de ir al hospicio, tuvimos nuestra conversación final y real. hablamos de lo que vamos a hacer cuando regresó del hospicio. Qué videojuegos jugaríamos, qué haríamos afuera. Habíamos planeado disparar con rifle de aire comprimido en mi patio por diversión, lo habíamos hecho muchas veces en el pasado y a ambos nos encantó.
Mi papá sabía que iba a morir. Quería tener un momento más divertido y feliz con su hijo de quince años. Planeé quedarme en casa por unos días desde la escuela para que pudiéramos pasar un tiempo juntos antes del final.
Más tarde, esa noche, el médico del hospicio dijo que la cama en el hospicio sería su lugar de descanso final. Mi corazón se rompió.
A lo largo de los primeros días estuvo consciente, pero sin pensar con claridad. Era imposible tener una conversación sin que él olvidara el comienzo de la oración, o simplemente olvidara que me estaba hablando.
Su única palabra para mí era conseguir el orinal o ir a buscar una enfermera. Los médicos finalmente lo sedaron porque la morfina ya no podía controlar su dolor de cabeza y su dolor corporal.
Me perdí una semana entera de escuela sentada con él. Nunca dejé su lado. Dormí allí, comí allí, pensé allí. Después de 7 días, el 8 de abril de 2016 a las 1:35 de la mañana, falleció.
Mis últimas palabras que pudo escuchar y entender fueron. “Sí, papá, yo también te quiero”.
RIP Isaiah Adams, serás amado por siempre.