Solo te contaré lo que he experimentado y lo que me han dicho otros instructores.
Algunas personas no quieren tener hijos, pero eso no significa que no les gusten o no quieran interactuar con ellos. Algunas de esas personas van a la enseñanza porque quieren satisfacer ese impulso dentro de sí mismos para ser padres o mentores de una persona más joven. Pero ellos mismos no se ven como padres. No significa que sean egoístas o limitados. Saben lo que quieren hacer y terminan convirtiéndose en excelentes maestros que organizan muchas actividades extracurriculares en su propio tiempo y a su propio costo. He conocido maestros que organizan eventos en el verano para que los estudiantes puedan reunirse con sus compañeros, jugar al ajedrez, comer pizza y pasar tiempo juntos al aire libre. No tienen hijos, y les dicen a estos estudiantes: “Decidí no tener hijos, pero quiero hacerlo bien por los niños que sí entran en mi vida”.
En mi caso, no puedo dejar de mirar a muchos de los estudiantes a los que enseño y veo mis propios impulsos de crianza en el trabajo. En todo caso, tengo que decirme que estos niños tienen padres, no son mis hijos. No significa que no vaya a batear por ellos. Comparto historias de mis propios problemas de crianza de los hijos y, a veces, me cuentan cómo sus padres manejaron esa faceta de sus vidas. Pero es muy diferente enseñar al hijo de otra persona y tratar con el tuyo. Sin llegar a ser demasiado personal, tu propio hijo te conoce. Si estás expresando cierto sentido común, él o ella se darán cuenta y probablemente te llamarán. Es mucho más fácil conseguir que el hijo de otra persona me escuche y siga mi consejo que el mío. Una vez que salga de mi boca, mi descendencia se preguntará (y creo que esto es inconsciente) si este es un posible material de rebelión. Un padre es demasiado cercano. Así que siempre quiero asegurarme de que existen límites profesionales entre los estudiantes y yo, no solo por razones legales. Asegura que no soy una figura para resistir. No soy un padre sustituto. Soy una instructora que se preocupa por su bienestar, y me ven así, no otra cosa.
Así que sí, creo que ciertos impulsos de los padres pueden surgir en la enseñanza y la tutoría, pero aconsejo precaución, ya que uno nunca puede olvidar que estos no son sus hijos. Incluso si sus padres son terribles y no les importan los niños, no eres el padre. Para ser un buen mentor, todos los límites psicológicos deben mantenerse para que todos tengan una relación positiva y productiva.