No te ganas el corazón de una mujer.
Aprendes a hacerla sentir, la excitas, captas sus emociones, enciendes su fantasía y lideras su fantasía. Tú no te ganas su corazón. ¡Lo prendiste fuego!
La emoción, los sentimientos de certeza, la audacia, la pulsación de sus productos químicos se activan cuando siente que le tiemblan las piernas mientras finge que no lo está. Si miras detenidamente, sus pupilas se ensanchan, su lengua lame sus labios y se abre como una flor, voluntariamente porque sus deseos ya no pueden ser contenidos mientras la acercas.
No te ganas el corazón de una mujer. No es un trofeo.
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Es una vida viva, respiratoria, biológica, psicológica y fisiológica. Un billón de vías, productos químicos, valores, pasión, recuerdos y emociones que, si un hombre sabe cómo hacerlo, se abrirá voluntariamente para ese hombre.
Tú no te ganas su corazón. Lo prendiste fuego.
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