Bastante bien, en realidad, especialmente si no tenía mucha prioridad en su relación y fue tratado como una opción.
Amaba a mi novia, realmente la amaba, pero hice trampa dos veces porque quería sentirme deseada, atractiva y viva.
Después de las dos relaciones, una en la cama que compartimos, la miraba y pensaba: ‘No tienes idea, ¿verdad?’ Era un conjunto de emociones interesantes y extrañas. Me sentía bien saber que su forma de tratarme ahora no tenía ningún efecto en mi estado de ánimo.
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