No. Es muy difícil renunciar a los sentimientos sobre la familia, los amigos y las relaciones porque los vínculos que compartimos entre nosotros nunca se pueden olvidar. Los recuerdos que tenemos, los tiempos que pasamos, los sentimientos que compartimos son más que nuestra fuerza de voluntad.
También hay una forma de abandonar todos estos sentimientos involucrándose voluntariamente en la investigación e incluso dedicarse a las cosas que le interesan.