En palabras de Barry White:
“No quiero una conversación inteligente
No quiero trabajar tan duro
Solo quiero alguien con quien hablar
Te quiero tal como eres “.
Quizás uno de los sentimientos más bellos y satisfactorios para el alma en este mundo es encontrar a alguien con quien puedas recostarte y no hablar de nada. O ese sueño que tuviste anoche. Un episodio de televisión que viste hoy. Las complejidades de la astrofísica. Una nueva ciudad que te gustaría visitar. Tus temores sobre tus padres ancianos. Tus pensamientos sobre la nueva novia de tu vecino. Un recuerdo traumático de la infancia. La historia de la religión. Que comenzó a aprender español, a leer Shakespeare, a cultivar rosas, o que le gustaría tener una rana como mascota.
Y encontrar que es tan fácil con ellos. E interesante. Y divertido. No te quedas sin cosas que decir. Y cuando lo haces, la pausa silenciosa que sigue nunca es incómoda. Es cómodo y bienvenido.
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Este tipo de conexión intelectual es la base sobre la cual crece una relación. Le permite hablar entre sí abiertamente y sin juicio. Te permite descubrir nuevas perspectivas juntos. Te permite discutir, debatir, observar y recordar una multitud de temas maravillosos, complejos o tontos.
Permite que dos personas hablen y hablen hasta que una de ellas finalmente tenga la sensación de mirar el reloj y decir “Mierda, son las 3 de la mañana”.
Una educación estimada y una alta inteligencia académica pueden sobrevalorarse en una pareja romántica.
¿Pero encontrar un compañero con quien compartes una conexión emocionalmente intelectual? Eso es un tesoro.