Otros padres mienten. Mienten todo el tiempo. Es triste, pero la sociedad moderna pone tal estigma social en el papel de la paternidad moderna y especialmente en la maternidad. Hay tanta presión para ser “una buena madre” y tanta competitividad que lleva a las personas a mentir abiertamente sobre la vida de sus hijos.
Las madres son sometidas a la mayor presión. Como papá, soy considerado un padre fantástico solo por llevar a mis hijos al parque y jugar con ellos sin mi teléfono en mi oído. Pero su madre tiene que controlar su comportamiento en todo momento, mantenerlos presentables y luego abrir una lonchera con bocadillos saludables hechos en casa que consumen sin quejarse. Si una madre le da a su hijo un snack bar, es una mala madre, si papá lo hace, entonces es un gran padre por involucrarse.
Este juicio de doble estándar y constante lleva a muchas mamás a sentir que están constantemente bajo escrutinio y las lleva a decir mentiras, lo que complica el problema. Mi esposa y yo nos convertimos en mejores padres cuando nos dimos cuenta de que la mitad de lo que otros padres nos dijeron no era cierto. Los otros niños miraban televisión, comían alimentos preenvasados y se negaban a tocar verduras. Es solo que sus madres no dejaron de hablar por miedo a ser juzgadas.
Los mejores amigos que una nueva mamá puede tener son padres honestos que no temen decir la verdad sobre su propia crianza.
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