Mientras jugaba béisbol de la liga pequeña, cargué el montículo después de ser golpeado por un lanzamiento. Pensé que ya que la mayoría de los jugadores de Grandes Ligas lo hicieron, era lo que debía hacer. No fue El lanzador me hizo sangrar la nariz y me echaron del juego.
El impacto de los niños riendo me marcó de por vida (jk). Pero aprendí a no hacer todo lo que veía en la televisión.