Ciertamente, son responsables de cómo sus hijos se comportan no genéticamente, sino que dan un ejemplo con su propio comportamiento y, tal vez, provocan un desorden mental que los descuida o maltrata.
Pero legalmente todos deben responsabilizarse de sus propias acciones. Por supuesto, las consecuencias penales de un acto ilegal cometido por un menor deben variar según su edad y siempre deben tener el objetivo de rehabilitar al joven en lugar de castigarlo.