Si lo pongo honestamente, realmente no puedes superarlos.
Superarse o dejarse ir es estar bien sin volver a ver a esa persona. Estar bien sin saber nunca cómo resultó ser su vida. Estar bien con cincuenta o incluso más años de silencio. Estar bien con encontrarte con esa persona en una tienda de abarrotes y hacer que no reconozcan tu presencia.
Y las cuatro líneas anteriores son evidencia suficiente para demostrar por qué es difícil y desgarrador dejar ir y superar.
Con las despedidas, tienes la esperanza de encontrarte con ellos de nuevo en algún momento de la vida, compartir un café y reírte de viejos recuerdos. Con dejar ir, no hay tal garantía.
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Nuestro cerebro puede almacenar aproximadamente 1 GB de datos. Con ese enorme depósito, no es humanamente posible olvidar completamente a alguien. Sin embargo, si aprendemos el arte de dejar ir, te sientes cómodo con los recuerdos. Haces la paz contigo mismo y reconoces la ausencia de la presencia de esa persona en particular.
No hace falta decir que esto es sumamente difícil. Tiempo, empatía y resiliencia son necesarios.
Dejar ir, por lo tanto, no se sienta bonito con nosotros.