No estamos cableados para ser nada. La evolución nos dotó de impulsos, miedos y deseos, que se expresan en mayor y menor grado en varios individuos, y que son modificados por las fuerzas culturales.
La mayoría de las personas desean la intimidad, la capacidad de criar y ser criados, y la seguridad de tener una pareja.
La mayoría también se sienten atraídos por la variedad, temen comprometerse, se sienten sofocados cuando se les obliga a hacer demasiados compromisos y se sienten lujuriosos con frecuencia hacia varios no socios.
Hay un espectro de personalidad con la persona casera en un extremo y el buscador de emociones en el otro. La mayoría de las personas habitan en una zona en el medio, y se deslizan hacia un extremo u otro cuando se sienten inseguras o aburridas.
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Los seres humanos tienen todos estos impulsos e instintos conflictivos, porque cada uno sirvió a nuestros genes de diferentes maneras. Lo hacen dentro de nosotros, definiendo nuestras personalidades y acciones individuales.