¿Cómo fue crecer con una cultura culinaria tan fuerte en su familia?

Mi abuela era autora de libros de cocina y mi madre es una cocinera de renombre, por lo que había muchas mujeres talentosas en la cocina para aprender. A veces era intimidante, porque eran muy honestos conmigo, pero también me siento increíblemente afortunado. Crecí con cocineros increíbles que me enseñaron a ser sincera conmigo misma, a confiar en mis instintos y siempre a esforzarme por obtener más. Realmente inculcaron la importancia de la cultura, el legado y la tradición familiar. También me enseñaron a tomarme mi tiempo, a mi familia siempre me tomaba todo el día o varios días para hacer los platos, nada era apresurado. Ese tiempo extra y el amor que hicieron los platos tienen estas ricas capas de sabor, sabes que nada fue nunca tan simple. Es gracioso porque solíamos ser competitivos de una manera alegre. Por ejemplo, mi mamá me desafiaría a hacer un plato familiar, y tenía que estar al nivel en que ella o mi abuela lo habían hecho, pero yo le daría un pequeño giro. Eso fue mucha presión, pero fue muy divertido porque las apuestas eran altas. Me empujó a convertirme en un mejor chef, tenía que conocer mis ingredientes, construir mi paleta y perfeccionar las técnicas. Mi mamá siempre me empujó a viajar más, a tener curiosidad y siempre a buscar fuentes de inspiración. Creo que fue esa mentalidad que me dio a una edad temprana y fue uno de los mayores regalos de todos. Siempre estoy buscando nueva información y aprender algo nuevo.