Pasé mis primeros 45 años de vida con un teléfono en la casa. Pude terminar la escuela, trabajar con éxito, hacer amigos, encontrar mujeres para compartir mi vida, encontrar oportunidades recreativas, servir a mi comunidad y obtener múltiples títulos universitarios con un solo teléfono fijo.
De niño y joven pasé mi vida jugando con vecinos, escalando montañas, nadando, practicando surf, pescando, haciendo submarinismo, remando y navegando. Un teléfono era innecesario.
Mi opinión personal es que los teléfonos celulares modernos han sido diseñados para ser adictivos y para comandar bloques cada vez mayores de nuestro tiempo. Están diseñados para fomentar el comportamiento compulsivo, que no es saludable.
Si yo fuera tu padre, tendrías dificultades para convencerme de que te permitiera tener un teléfono. Y, sí, sé qué dinosaurio ignorante e inútil crees que soy.