Uno de mis momentos más conmovedores fue darme cuenta de que ninguno de mis juicios y pensamientos sobre mi madre hicieron nada más que hacerme sentir incómodo. Nada de lo que hice o traté de hacer la cambió. Ella no cooperaría.
¿Por qué? Porque ella estaba bien consigo misma. Con razón, ella había llegado a la conclusión de que otros juicios no eran su problema porque estaba perfectamente feliz como lo era ella.
Al final del día yo era la única a la que le importaba, y me importaba porque pensaba que era su trabajo ser lo que quería que fuera.
Pero su trabajo es hacerse feliz, no yo, solo ella misma.
- ¿Por qué es más probable que los niños acepten a las madrastras más rápido que los padrastros?
- ¿Qué me puedes contar de un negocio familiar?
- ¿Por qué mi madre no puede aceptar psicológicamente que está equivocada?
- Vengo de una familia problemática, ¿cómo debo lidiar con eso?
- ¿Es raro que mi madre siempre me haga a mí y a mi hermana regar sus flores? (No creo que sea indignante, abusivo o algo por el estilo).
Llevaba una carga para “mejorar” a mi mamá. Tenía un gran peso en mis hombros cuando me di cuenta de que no tenía que llevar esa carga.