Sólo si es un problema de seguridad.
Si su hijo está a punto de chocar con el tráfico, toque una estufa caliente, o hágase daño a sí mismo oa alguien más, ¡grite! No hay tiempo para nada más. Es ruidoso y es efectivo. Es incluso más efectivo si no levantas la voz a menudo, porque el impacto de escucharlo solo puede detener al niño en su camino.
A la inversa, si usted es un padre que grita bastante, le garantizo que su hijo ya ha comenzado a aprender a desconectarse. Gritar es poderoso, no desperdicies su efectividad al desensibilizar a tus hijos al gritar con demasiada frecuencia. Guárdalo para las cosas grandes. Guárdalo para cuando tengan dieciséis años, roba tu auto para disfrutar de un viaje alegre y entra en un accidente. Guárdalo para cuando estén tirando juguetes y casi golpee a su hermanito en la cara. Guárdalo para las cosas que importan.
¿Para todas las otras cosas? No se requieren gritos para que los niños escuchen y obedezcan. La obediencia proviene de expectativas y límites claros, junto con un seguimiento y consecuencias consistentes. No es necesario gritar para comunicar estas ideas. Incluso los niños de tan solo dos años pueden manejarse de esta manera: no se puede razonar con ellos, pero sí pueden estar condicionados. Entrene a su niño para que no muerda de la misma manera que entrenaría a un perro (¡no golpeando!).
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Gritar rara vez hace algo más que comunicar al niño que su cuidador está enojado. Los padres tienen todo el poder en la vida de sus hijos, ya sea que se sientan así o no. Usted controla a dónde van, con quién interactúan, cuándo comen, qué comen, cuánto comen, cuándo duermen, cuándo se despiertan, a qué estimulación y recreación tienen acceso; Tú controlas toda su existencia. A través de los límites y las consecuencias, puede crear un entorno que premie el buen comportamiento y castigue el mal comportamiento. No solo cumplirá su hijo, sino que también lo lograrán. Bajo todas las rabietas y el desafío, cada niño tiene una profunda necesidad de vivir en un mundo con reglas que tengan sentido y los padres que las controlan.
Si los inicias jóvenes, serán criados en ese tipo de ambiente. Será típico y normal para ellos. Cometerán errores, tendrán días malos y malos estados de ánimo y romperán las reglas. Todos los niños harán esas cosas, gritar no lo detendrán. Pero la disciplina constante hará que todo el proceso sea más fácil para todos, y asegurará que tus comportamientos problemáticos sean más similares a “Nunca sacaste la basura” y menos “Te suspendieron por llamar al profesor un maldito coño y voltear su escritorio”.