¿Cómo es amar a alguien con quien nunca puedes estar?

Un poco triste a veces, pero la mayoría de las veces sorprendentemente alegre y dulce. Es un poco hermoso en cierto modo, debido a su naturaleza. No importa cuánto tiempo pase, en lo profundo de tu corazón, siempre los amarás con la misma pureza y les desearás lo mejor de todo.

Estar con alguien que amas te brinda la posibilidad de aburrirte / perder interés, o conocer sus defectos después de pasar un tiempo considerable juntos y no poder vivir en paz debido a ellos o de adaptarte en consecuencia, o de pelear con ellos. entre sí debido a problemas de confianza u otras limitaciones. Amar a alguien con quien no puedes estar está lejos de todo esto, todo lo que tendrás de ellos son esos recuerdos que alguna vez creaste con ellos. Eso es algo realmente hermoso al respecto. No tendrás razón para sentir nada más que amarlos. Siempre apreciarás sus recuerdos y te sentirás realmente afortunado de haberlos conocido y amado.

Realmente no entiendo el significado de seguir adelante, pero me gusta la idea de aceptar las cosas de la manera en que sucedieron y llevarme felizmente sus recuerdos. ¿Por qué seguir adelante? ¿Por qué no abrazarlo y ser feliz porque sucedió? Sus recuerdos se desvanecerán después de un tiempo, pero resurgirán una y otra vez solo para animarte y hacerte sonreír.

Te encantará de nuevo, así que no te preocupes. Mantén vivo el amor y la bondad en tu corazón y espera lo mejor.

Amar a alguien es algo maravilloso que hacer, tiene mucho menos que ver con estar con ellos o alejarse de ellos.

Gracias por leer.

Me siento atraído románticamente por mi primo hermano. Solo regresa durante las vacaciones de verano una vez al año.

Este año, decidí disfrutar el tiempo con nuestra familia. Salimos mucho y nos divertimos muchísimo. A veces, cuando estaba solo con mi primo, terminábamos hablando de temas más serios sobre la vida y nuestras orientaciones profesionales.

El último día, fuimos al aeropuerto para despedirlo. Ni siquiera podía mantener una conversación decente o mirarlo a la cara. Me abrazó, dijo “buena suerte” y se fue.

En el camino de vuelta, lloré.

Me pregunté sobre los momentos ambiguos en que me miraba, el nerviosismo que mostraba en mi presencia, la forma consciente o no, de imitar mis conductas.

Durante esas cortas 2 semanas, estuvo al alcance de mis brazos, pero me fue imposible reunir esas simples palabras:

“Me gustas. ¿Quieres salir conmigo?”