La clave aquí es que en la mayoría de los casos hay un proceso de iluminación. En el camino puede haber una exploración de algunos temas bastante excéntricos que la gente “normal” sería aversiva o asustada. Si siente la necesidad de hacerles saber lo que está explorando, refiéralos a libros sobre el tema para ver si eso es lo que más les interesa y luego permítales que le hagan preguntas. De lo contrario, cuanto menos se diga, mejor.
A medida que una persona avanza por un camino espiritual, habrá cambios en la energía que transportan. Esto crea un efecto de resonancia en el estado mental y emocional de quienes te rodean. Si una persona suele estar de mal humor, enojada, deprimida, paranoica y ansiosa, será un desafío para las personas con las que vive.
Por otro lado, si una persona es feliz, pacífica y contenta, eso lo afectará positivamente. Cuanto más cerca de la iluminación uno se vuelve, más se vuelven incondicionalmente amorosos, pacientes, amables, compasivos y pacíficos. Esto produce un campo de energía que irradia esas cualidades, y al igual que al tirar de una cuerda en un instrumento se establece una resonancia en otras cuerdas, su energía afectará positivamente a otras. Sin embargo, el efecto puede no notarse inmediatamente, pero con el tiempo.
Cuando una persona persigue la iluminación, o el despertar espiritual, es importante tener en cuenta las creencias y los sistemas de valores de quienes están cerca de ellos y usar la sabiduría en lo que se discute. Es preferible introducir con suavidad nuevas ideas y atenuar cualquier entusiasmo excesivo que pueda hacerles pensar que se ha excedido.