Aunque ahora estoy divorciada, era una mujer que se queda en casa. Antes del matrimonio tuve una gran carrera, una gran paga y disfruté mi trabajo. Cuando me casé renuncié a todo eso.
Muy simple: quería pasar el día cuidando de la casa, de mi esposo y de ser la versión de los años 50 de una ama de casa. Quería verme bien cuando él llegaba a casa, cenaba en la mesa y la casa estaba impecable. Me encantó. Disfruté cada momento de compras, planeando la cena, limpiando y convirtiéndolo en el centro de mi mundo.
Mi matrimonio terminó, pero si volviera a casarme, querría exactamente lo mismo. Me parece “correcto” y me hace feliz.
- De mala gana perdí mi virginidad con mi ex en su persuasión. Cuando llegó el momento de casarse, rompió conmigo. Estoy devastado por no saber cómo lidiar con un futuro matrimonio arreglado. ¿Cómo puede alguien ser tan idiota egoísta?
- ¿Qué es mejor: permanecer en una convivencia con mi novio de quien aprendí tanto en estudios, habilidades para la vida, etc. o permanecer independiente hasta que decidamos casarnos?
- Me siento muy insatisfecho en mi matrimonio. ¿Qué tengo que hacer?
- ¿Cuál es esa única cosa sin la cual los rituales del matrimonio y la muerte no se pueden completar?
- Si tenemos objetivos y valores de vida diferentes, ¿debemos continuar esta relación?