Nuestros padres tienen diferentes expectativas para nosotros que nuestros amigos. Tememos no cumplir esas expectativas o las expectativas que percibimos que tienen para nosotros.
Queremos que nuestros padres estén orgullosos de nosotros. Cuando pensamos que no estamos a la altura de esas expectativas, creemos que afecta directamente si nuestros padres nos aman y cuánto nos aman.
Si esto es cierto en la dinámica familiar, o incluso si creemos que es verdad cuando no lo es, puede ser extremadamente perjudicial para nosotros. Potencialmente puede establecer un ciclo dañino de actuar constantemente de manera que cumpla con las expectativas o las expectativas percibidas para demostrar nuestra valía.
Es posible que no aprendamos que inherentemente valemos la pena y lo más importante es vivir nuestras vidas de la manera que mejor sirva para mantener y aumentar nuestra autoestima y autoestima.