Respetarte a ti mismo. Sé una mejor persona de lo que crees que puedes ser. Sea su propio juez y deje que los juicios de otros jueguen un papel de arrendador.
Practicar la virtud. Tus virtudes pueden ser diferentes, algunas son más difíciles que otras, pero ahora es el momento de desarrollarlas. La virtud es su propia recompensa, aunque como el Reino, si la buscas, todo lo demás es arrojado.
Sé extremadamente lento con los enredos románticos. Esto no se debe a que no tengan sentido, sino a que cualquier futuro esposo sea probablemente el factor más importante en la felicidad y el éxito futuros. (Le diría lo mismo a un hijo). Un matrimonio sólido es una bendición para muchas generaciones, un pobre es un infierno de su propia creación. No saltes dentro y fuera del romance. Apunta al amor.
Encuentra una fundación. Si fueras mi hija, te diría que el fundamento es Jesucristo y él es el único que se mantendrá firme. Pero incluso moviéndose a los cimientos arenosos, hay lugares mejores y peores. Lea los libros de Proverbios y Eclesiastés o los dichos de Confucio o Aristóteles sobre Ética como buenos lugares para comenzar.
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Siempre esté dispuesto a hacer preguntas. La vida es la fe que busca la comprensión. Crea y pregunta.