Perdonar a alguien pone al perdonador en la posición de poder, y al otro en la posición de ser impotente. Esto no es saludable, la relación ya no es una reunión de dos gigantes, ahora es entre un gigante y un enano.
Una solución real faculta a ambas partes como gigantes. El “delincuente” compensa el daño, ambas partes encuentran la verdadera razón por la que sucedió esto, sin prejuicios ni rumores, y deciden continuar juntos, o separarse y continuar por su cuenta.
En la vida, no hay cosas como el perdón o no perdón, correcto o incorrecto, bueno o malo.
Las únicas preguntas relevantes son, ¿tenemos los mismos objetivos? ¿Y queremos perseguirlos juntos?
La única transgresión que puede cometerse es contra el acuerdo básico de la relación.
Uno no puede perdonar, o no perdonar una transgresión. Uno puede resolver, o ignorar la transgresión. Esa es la única opción.