Confesar que uno está enamorado nunca es un pecado. De hecho, es un cumplido cuando uno lo expresa con las palabras correctas y es bueno cuando está bien sincronizado (asegurándose de que la persona intencionada esté de buen humor o no esté pasando por una agitación emocional) y dado que se porta bien.
Y lo más importante, depende de cuán preparado esté usted para manejar la respuesta con gracia como una persona de buen corazón.