Haga un esfuerzo concertado para hablar abiertamente, honestamente y más a menudo con su esposo sobre su comportamiento. Esto no es fácil y requiere coraje de ambos socios (¡y algo de práctica!). A menudo, muchos de mis clientes se sienten vulnerables cuando hablan con otros sobre sus necesidades, pero la otra cara es que las recompensas pueden ser inmensas. ¡Recuerda que nadie es un lector de la mente! Es importante tener diálogos abiertos en lugar de monólogos internos cerrados en tu propia cabeza. Si esto parece difícil o poco natural al principio, trate de programar un corto período de tiempo cada semana para discutir abiertamente las cosas que podrían estar en su mente o que afecten su relación.
No tengas miedo de hablar con un terapeuta. Muy a menudo, las parejas acuden a la terapia como un último esfuerzo para salvar su relación. Cuando las cosas están en este estado de estado, puede ser más complejo solucionar los problemas habituales y arraigados. No hay razón para esperar para contactar a un profesional que puede actuar como un tercero neutral. Tal vez su esposo esté tan acostumbrado a este patrón de comportamiento, que necesite algo de ayuda adicional para explorar formas en las que pueda hacer algunos cambios.