Hablando personalmente, me sentí muy diferente después de casarme. Lo que estaba en juego era mayor, lo que era a la vez reconfortante y aterrador. También sentí que pasamos de ser una “pareja” a ser una “familia”.
También hubo una expectativa muy diferente de la relación de nuestra familia y amigos. Sentí que estábamos en un “equipo” juntos, trabajando por el mismo objetivo. El nuevo objetivo era maximizar la calidad de vida de toda la familia, no de ninguna de las personas que la integran.