Trabajé con personas mayores y pacientes de Alzheimer.
El centro donde trabajé era de transición de la vida independiente, la asistencia asistida y la residencia de ancianos. Todo el personal en cada área era responsable de observar ciertas señales de que el nivel de autosuficiencia estaba disminuyendo.
Observamos cambios físicos como el equilibrio y la coordinación. Dificultad en la movilidad o la fuerza, como levantarse y bajar de la posición sentada. Estos problemas los hacen más propensos a las caídas, que pueden ser potencialmente mortales a edades avanzadas. La caída en sí es menos problemática que la posibilidad de fracturas en los huesos y lesiones en la cabeza.
El siguiente fue cambios en la personalidad. Buscamos olvidos, confusiones, agresiones inusuales, depresión, llanto frecuente y trastornos de la disociación.
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Todos estos son más fáciles de detectar cuando conoces bien a la persona, como un miembro de la familia. Los cambios físicos no significan que la persona no puede hacer por sí misma solo que necesitan ayuda cerca y que alguien los revise con más frecuencia. Los otros cambios a veces son más difíciles porque muchas veces no son conscientes de estos cambios y se oponen a la necesidad de asistencia.
Lo que hay que recordar es que se aferran a la independencia como una línea de vida. Renunciar a cualquier cosa en su vida les parece estar comenzando un descenso cuesta abajo hacia la muerte. Ya sea que se trate de un problema físico, mental o emocional que cause la necesidad de mayor atención o monitoreo, es importante mantenerlos activos y sociales.
Los pacientes con Alzheimer son una situación diferente. Cuando se trata de personas con alzheimer y demencia, la familia necesita comprender que en algún momento de las últimas etapas es mejor buscar la atención externa en casi todos los casos.
Los cambios drásticos en la personalidad de sus seres queridos son difíciles. La persona que conoces y amas parece haberse ido. Este es el caso. La persona que conociste ha ido tan lejos como la personalidad. Las personas gentiles pueden enojarse e incluso ser violentas. Ellos no sabrán quién eres. Eso duele lo peor según los niños que ahora cuidan a sus padres. ¿Cómo puede mi mamá no saber quién soy?
Debido a la historia, la conexión y los sentimientos que tienes por tus padres, deja que un extraño los cuide en ese momento. No es eludir tu responsabilidad ni decir que no los amas. El opuesto es verdad. Hoy tenemos la suerte de contar con profesionales de la atención capacitados específicamente para el Alzheimer y la demencia. No tienen un fuerte vínculo emocional, por lo que no me hacen daño en la agresión ni tienen que decirles quiénes son todos los días. Los profesionales no sienten el estrés y la ansiedad que siente un ser querido porque para eso están capacitados. Entienden la progresión de la enfermedad y se les enseña a manejar cualquier situación y qué cambios deben buscarse que puedan necesitar atención médica.
No es fácil para nadie, pero cuidar de quienes nos cuidaron es un privilegio, no una carga. Buena suerte