Las generaciones de padres presentes y anteriores (incluidos nosotros mismos) han cometido este error.
A través del exceso de participación, estamos sofocando el pensamiento original del niño, y con la ayuda excesiva y la alimentación con cuchara, los estamos haciendo demasiado dependientes e incapaces de hacer frente a nuevas situaciones a medida que surgen.
Alentarlos a que se apliquen a la rutina diaria de tareas, etc., y alentarlos a pensar (por ellos mismos) seguidos de la acción, dejándoles decidir por sí mismos sobre las opciones de carrera, etc., obtendrían lo mejor de ellos. Los artistas estrella en el mundo académico no son necesariamente los más exitosos o felices. Quienes desarrollan una autoestima saludable son los que triunfan y son felices.
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