Respuesta simple: cedes, a menos que sea un asunto verdaderamente importante. Dices: “Está bien, lo haremos a tu manera esta vez”. Y lo haces sin amargura ni retribución.
La idea es esta: se cuidan más unos de otros que de ganar el argumento. Quieres complacerla. No quieres darle dolor. De hecho, puedes disfrutar de que ella se lo lleve.
Y 99 veces de cada 100, no importa quién se rinde. Nadie está llevando la cuenta. Si gana el argumento, puede perder más de lo que gana.
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