Los errores más grandes que cometemos al hablar con los niños sobre el racismo es fingir que solo personas muy horribles lo hacen.
La forma más común en que los padres hablan sobre el racismo es algo como esto:
Si el niño le dijera a su amigo negro “No quiero jugar contigo porque eres negro”, eso es malo, ¿no es así? El racismo es malo porque odias la piel de alguien, pero sabemos que todas las personas son iguales por dentro.
Es un buen comienzo, pero es bastante raro que surja esa situación exacta.
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Los niños necesitan aprender que a veces las personas amables y educadas actuarán de una manera racista. Necesitan aprender a responder cuando el racismo es más sutil que “No me gustas por tu piel”. Necesitan ver a sus padres interactuar en su vida normal con personas de todas las etnias, razas y orígenes nacionales.
La conversación sobre la raza no debe detenerse con “todos somos iguales en el interior” o “somos más parecidos que somos diferentes”. Debe continuar desde que los niños son pequeños y están en la edad adulta.