He tenido una buena y mala relación con uno de mis hermanos. Cuando era más joven, cometí el error de preguntarle si le gustaba porque sentía que no solo no me gustaba y que incluso me odiaba. Pensé que abriría la puerta a la discusión y podríamos despejar el aire. En cambio, aprovechó la oportunidad para ser cruel y me dijo: “Pongámoslo de esta manera, si no fuéramos hermanas, no seríamos amigas”. Lección aprendida.
Es importante que no tengas una relación tóxica con tu hermano. Si puedes tener uno bueno, impresionante. Si puedes tener uno civil, manténlo ligero y no te preocupes demasiado por su opinión o lo que él dice. ¿Qué sabe él de ti de todos modos? No tiene derecho a juzgarte, y su opinión simplemente no debería importarte. Si se vuelve hostil o frecuentemente es hostil, simplemente no tiene uno. La opción de no tener uno es infinitamente mejor que la opción de tener uno malo. Vive tu vida, toma tus propias decisiones y no le des poder sobre cómo te sientes al preocuparte por sus opiniones o palabras hirientes. Es una persona infeliz o no diría esas cosas, pero no se sigue que tú también debas serlo.