Es rudo
Salí con mi esposa en la universidad … en 1989.
Un año después de que rompiéramos, ella se comprometió con un hombre que, por todas las cuentas, fue un desastre para ella. Ella se casó con él en el rebote de mí (en parte), pero seguramente no lo amó.
Y ella no creció para amarlo en el transcurso de 19 años.
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Fue muy duro, pero ella sabía que tenía que encontrar el coraje para divorciarse de él, a pesar del escándalo que causaría en su cultura. Y los chismes que promovería en contra de la gran reputación de la que disfrutaba su numerosa y extensa familia.
A pesar de la revelación de la verdad, ella no tomó ninguna medida para divorciarse realmente de él. El miedo y la aprehensión la tenían fuerte.
Luego volví a ingresar a la imagen desde el campo izquierdo 20 años después de que rompiéramos … y juntos, reunimos fuerzas en ella para corregir el error más grande de su vida. Dejé en claro que no tenía ningún deseo de ayudar a disolver un matrimonio saludable para beneficio personal. La necesidad de un divorcio tenía que valerse por sí misma, como si no hubiera corrido.
No tuvimos una tórrida historia de amor. Nos propusimos corregir las cosas, y ella consiguió la ayuda de un abogado de divorcio razonablemente competente.
A lo largo del proceso de divorcio, la amargura de más de 19 años de negación propia y negación de la verdad fue (y sigue siendo) bastante conmovedora. El hecho de que él era abusivo (casi físico, aunque ella siempre vivía con miedo, porque era un hombre grande y propenso a la ira rápida y a hacer agujeros en la pared) la hacía aún más poderosa la amargura.
Pero hasta este día, casi 6 años después de su divorcio y nuestro matrimonio, ella le agradece a Dios que se haya despertado. Y estamos encantados de haber construido la vida de la que nos alejamos estúpidamente en 1989.
El remordimiento por los 20 años perdidos palidece en comparación con una vida entera de enterrar la verdad. Esa es una historia que sus hermanas contarán tristemente al final de sus vidas. Tienen matrimonios igualmente horribles y están aún más atrapados en las ataduras de la cultura y la propiedad.