Ha sido un problema cultural por mucho tiempo. En aquellos días, las oportunidades eran menores y la conciencia aún peor, porque no había nada cerca de Internet. Crecieron sin televisores en realidad. Para su crédito, en su mayoría se convirtieron en padres muy responsables comprometidos con sus familias. Pero lo que está más cerca de la verdad es que la mente se estrecha con una vida tan algorítmica, ni los niños crecen para hacer lo que los padres aspiran por ellos. Esta generación ya ha sufrido un cambio sísmico y, a medida que la tecnología sea cada vez más generalizada, habrá una variedad de estilos de vida posibles.
Todo esto no es más que una sola cara de la moneda. Existen motivos para sospechar que la generación actual es una fábrica corporativa con expectativas muy altas de la vida, que nos incumbe la responsabilidad de lograr un equilibrio, de alguna manera. Los niveles de estrés son definitivamente más altos debido a la competencia global.