Hay muchos para elegir.
Diré que el mayor problema que enfrentan los padres cuando crían a sus hijos hoy en día es el supuesto social (al menos en los EE. UU.) De que los padres no deben sentirse seguros en sus decisiones y prácticas para disciplinar a sus propios hijos. El supuesto es que toda disciplina es de naturaleza corporal y abusiva. Hay una reacción de “tirón” incluso diciendo la palabra.
Reconozco que hay personas que abusan sistemáticamente de sus hijos y los marcan de por vida. Sé lo suficiente sobre psicología para comprender que existe un patrón cíclico para el verdadero abuso que involucra a niños y padres que fueron maltratados cuando eran niños.
Mi punto es que los extremos que se han identificado donde la intervención y la separación permanente del padre abusivo y el niño maltratado son tan raros que hacen que la persona promedio se pregunte cómo llegó hasta aquí.
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Voy a dar un ejemplo. Mis hijos, de 8 y 9 años estaban en la tienda conmigo como lo hacían a menudo cuando compraba. Conocían las reglas, permanecían al alcance de la vista y oían a mamá, sin correr ni tonterías.
Me detuve a mirar las tarjetas de cumpleaños. Se alejaron al siguiente pasillo. Podía escucharlos hablar entre ellos. Luego mi hijo menor pasó corriendo junto a mí, seguido de cerca por mi otro chico. Ambos se estaban riendo. Suspiré. Los llamé, pero para entonces ya estaban a unos cuantos pasillos, persiguiéndose ruidosamente.
Así que levanté bruscamente la voz y los llamé así: “¡Andrew! Daniel! ¡Al frente y al centro! ”Inmediatamente vinieron a mí. En voz baja, sin embargo, les dije con brusquedad lo inapropiado que era su comportamiento cuando una mujer mayor entró en nuestro pasillo y me advirtió que lo que acabo de hacer era abusivo y que debería avergonzarme de mí mismo. La mire Ella estaba cuestionando mi autoridad delante de mis hijos. Le dije a ella que se ocupara de sus propios asuntos. Ella dijo que era una abuela de seis años y nunca había levantado la voz a ninguno de sus hijos. Le dije que era encomiable, pero que no estaba interesada en su estilo de crianza. Para entonces ya nos íbamos y ella nos había seguido con su carrito. Ella me decía que debía tomar cursos para padres. Me volví hacia ella y le dije que, a menos que estuviera preparada para llevar a mis dos hijos a casa para criar, debería abstenerse de decir nada más sobre el tema. Utilicé mi voz aguda y tranquila. Ella se apresuró y se fue. Nada de esto se perdió en mis hijos. Mi hijo de 9 años me abrazó y se disculpó.
El niño de 8 años me preguntó si quería que él golpeara a esa mala dama. Les dije que se reunirían con gente así, que hacen ciertas suposiciones acerca de tu personaje basándose en unos pocos segundos de observación, sin conocerte, y te dan un infierno, ESPERANDO que sigas sus consejos no solicitados. Les aseguré que no estaba tratando de dárselos a esta mujer. Estaba haciendo un punto, camine una milla en mis zapatos, señora.