Como muchas otras cosas en una boda, un velo es una tradición que se conserva en los viejos tiempos cuando era un símbolo de pureza. A menudo cubría la cara en lugar de solo el cabello de la novia o la espalda como en la mayoría de los estilos de hoy.
Dado que en las culturas occidentales la virginidad de la novia es en gran medida irrelevante en los procedimientos de boda de hoy, el velo ha perdido su significado, pero la tradición, como muchas otras, ha prevalecido. El hecho de que los velos en general ya no se usan mucho en nuestra vida cotidiana parece incluso darle un estatus particular al atuendo nupcial. En el reality show estadounidense “Diga sí al vestido”, por ejemplo, el momento en que la futura esposa se pone el velo por primera vez a menudo se describe como el momento en el que realmente se percibe a sí misma como una novia.
Si eso es cierto para la mayoría de las mujeres o para la creatividad de escritores y editores, no puedo decirlo. Me casé sin velo y nunca sentí ningún arrepentimiento por esa elección de moda. Al final, es solo eso, una elección de moda, y bastante irrelevante. Dudo que muchas novias estos días lo piensen mucho más que “¿Va con mi atuendo y mi peinado?”
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