Es muy irresponsable que los padres eviten que sus adolescentes gasten su propio dinero.
Uno de nuestros deberes como padres es preparar a nuestros hijos para las responsabilidades de la adultez: financiera, emocional, física. No pueden hacer ninguna de estas cosas sin práctica.
Un adolescente que está trabajando ya está aprendiendo sobre la responsabilidad de tener un trabajo; el siguiente paso es aprender a ser sabio en el gasto de ese dinero. Usar dinero para comprar un teléfono o una computadora me parece una buena opción.
Mi hijo de 17 años ha estado trabajando de manera intermitente desde que tenía 14 años y compró su propia computadora y teléfono, entre otras cosas. Estábamos preparados para comprarle estos artículos básicos, pero es muy competente con las computadoras y quería lo mejor. Su elección de comprarlos él mismo fue madura, responsable y bien pensada. No ha lamentado ninguna de esas decisiones.
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Mi hijo ha ahorrado algo de su dinero, y gastó un poco. Sus elecciones han sido todas buenas, y estoy contento con la forma en que usó su dinero, pero incluso si no lo fuera, ahora es el momento de que aprenda a ser un adulto. Si había tomado malas decisiones, es lo suficientemente sensato como para poder ver eso y hacer correcciones antes de lidiar con un ingreso mucho mayor.
Aprender a manejar el dinero debe comenzar con pequeñas sumas mucho antes de que los niños se conviertan en adolescentes. Es la única forma de conocer la importancia de la presupuestación y el gasto racional.
A menos que los adolescentes tengan afecciones mentales o emocionales que signifiquen que deberán ser supervisados y atendidos durante toda su vida, los padres no cumplen con su deber de criar adultos responsables si no les permiten a los adolescentes gastar su propio dinero.