Es bueno que te des cuenta de tu error. El tipo de educación que le dé a sus hijos con el tiempo dará paso a la clase de adultos en los que se convertirán más adelante. No está bien gritar y ser estricto todo el tiempo, al igual que no está bien ser tan indulgente que se conviertan en mocosos malcriados. Es necesario mantener un equilibrio entre los dos. Mantenga las restricciones donde sea absolutamente necesario, pero déles libertad para explorar cosas nuevas y aprender de ellas. Sé amigable con ellos, y castígalos solo cuando sea necesario. Pasa tiempo de calidad con ellos y haz buenos recuerdos.
Tus gritos podrían ser una reacción inmediata a tu temperamento, y quizás te hayas calmado un poco más tarde, pero no lo olvidarán, confía en mí. Sus duras palabras permanecerán con ellos hasta que crezcan y eventualmente los llevará a cuestionar su valor y preguntarse si merecen algo bueno. Estoy seguro de que no quieres que pasen por eso.
Además, discúlpate. No he visto a muchos padres admitir que se han equivocado y en realidad se han disculpado con sus hijos. Esto también conducirá, en cierta medida, a cuestionarse a uno mismo. Tú eres su padre y sí, tienes derecho a decidir por ellos lo que está bien o mal, pero también eres simplemente un humano. Eres tan propenso a cometer errores como todos los demás. Su hijo lo apreciará si usted confía en esos errores y realmente lo lamentará. Esto asegurará que no siempre te vean en el pedestal alto de un padre, sino como un compañero humano y como un amigo, lo que es un gran logro para cualquier padre.
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