Los niños no aprenden a lanzar rabietas. Bueno, al menos no al principio.
Una rabieta no es más que una fusión emocional total. El niño se molestó tanto que la única salida que tienen es llorar y sentirse frustrados. Debe darse cuenta de que las rabietas son aterradoras para los niños, ya que están completamente bajo la influencia de emociones fuertes y no tienen control sobre lo que están haciendo. Esto es completamente normal y está relacionado con el hecho de que los niños simplemente no tienen la necesidad de cableado cerebral para controlar sus emociones.
A medida que el niño crezca, mejorarán su autocontrol. Pero a medida que envejecen, las rabietas también pueden empeorar. ¿Sabes por qué? ¡Porque los padres les enseñan a hacerlo!
Si cede a su hijo cuando tiene una rabieta, les está enseñando que las rabietas tienen una razón ulterior: está enseñando que pueden obtener lo que quieren con la agitación emocional en lugar de lidiar con ella. Además, se puede provocar una rabieta cuando los padres simplemente no prestan atención a las necesidades de sus hijos: si presionas a alguien lo suficiente, esa persona se quebrará. Con los niños esto es aún más fácil, ya que son mucho más crédulos e incapaces de controlar sus emociones.
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Las rabietas de sí mismas no son algo malo. Lo mejor es evitarlos, pero no siempre es posible, especialmente cuando los niños tienen hambre, están cansados o demasiado emocionados. Evita estas situaciones y sé comprensible.
Pero bajo ninguna circunstancia ceda a los berrinches: ignórelos, retire al niño y, después de que termine la tormenta, hable con ellos y explíqueles que esto no es un comportamiento aceptable. No desapruebe sus sentimientos: está bien sentirse molesto, pero no apruebe el comportamiento.