En primer lugar, los jóvenes que van a la universidad son adultos, no niños. Con suerte, esta no es su primera oportunidad para demostrar su capacidad para ejercer un buen juicio en su comportamiento o para cumplir con sus responsabilidades, así como para adaptarse a nuevos entornos y crear nuevas amistades. La buena crianza requiere que los niños sean independientes, no solo cuidarse a sí mismos sino a los demás, y que les permita tener confianza en su capacidad para negociar el mundo, que se obtiene al tener mayor libertad, responsabilidad y responsabilidad en su camino hacia la edad adulta.
No obstante, a menudo hay una caída en las calificaciones debido a una serie de factores, entre ellos el cambio en el entorno, la dieta, el aumento de la competencia, la pérdida del sistema de apoyo acostumbrado, la falta de atención individual …
Si existe un historial de enfermedades mentales y una mala respuesta al estrés elevado, debe ser monitoreado y, si es necesario, abordado. De lo contrario, los adultos deben ser tratados como adultos, a pesar de que siguen siendo nuestros bebés por el resto de nuestras vidas.
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