Cuando mi hija se comprometió mis pensamientos fueron:
1. ¡Maravilloso! Este joven es el adecuado para ella. Está madura y lista para el compromiso.
2. ¿Cómo se las arreglarán, si ambos siguen en la universidad? Su padre y yo tendremos que subir al plato de una manera nueva.
3. ¿Se mudará lejos? ¿Qué efecto tendrá eso en la dinámica de nuestra familia?
- ¿Cómo tengo una relación cercana con mi hermano?
- ¿Cuáles son las mejores cosas que los miembros de la familia pueden hacer unos por otros?
- ¿Cómo puede uno evitar que la familia de una niña se case con ella en la India?
- ¿Qué te molesta más en una relación y qué te hace más feliz?
- ¿Por qué algunos hombres respetan a sus madres y hermanas (y algunas veces a sus hijas) más que a sus esposas?
4. ¿Cómo puedo apoyarla mejor en sus planes para una boda que le dará maravillosos recuerdos para atesorar toda su vida?
Todo funcionó muy bien.