En mi opinión, el cuerpo de la mujer es el suyo y tiene un derecho inequívoco de decidir si se somete o no a la prueba de parto física, emocional y, a veces, que pone en peligro la vida. Ella es una persona, un INDIVIDUO, con el derecho inalienable a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Una célula de óvulo fertilizado adherida a su útero, extrayendo nutrientes de SU sangre para sostenerse, NO ES AÚN una persona individual, simplemente una potencial. Imponer absurdo es equiparar los “derechos” del embrión con los de la mujer o, lo que es peor, colocarlo por encima de los de ella.
Y, por cierto, para aquellos que pueden estar a punto de citar el versículo de la Biblia, “Id y multiplicaos”, ese comando fue para las pocas personas que sobrevivieron al gran diluvio. En la actualidad, este planeta tiene demasiada gente, mucho más de lo que hay empleos o suficiente comida para alimentarlos.
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